martes, 12 de mayo de 2015

Desde mi precipicio

No puedo decidirme...
No sé que hacer, me había acostumbrado a aquella dulce sensación que me hacia flotar entre nubes de algodón, me había acostumbrado incluso a extrañarte, al vacío en mi pecho, en mi alma, al frió desgarrador con olor a muerte, no importaba, yo te amaba...
 Y te amo, pero no es suficiente. 
El tiempo despejo mi mente y ahora me veo al borde del precipicio, sin saber si debo saltar. Deber que fea palabra, no debería usarse para hablar de amor, pero que es el amor si no otra obligación, pero es más terrible que un deber social, es una responsabilidad de lo más profundo de nuestro ser, porque una vez que se prueba, cual droga te atrapa y ya nada es igual, nada.
No lo puedes comparar, por que incluso aquellas viejas fabulas infantiles se ven opacas al lado de este sentimiento y aquellos antiguos dolores no se pueden comparar con el sufrir del amar. Por que al final de cuentas es como despertar en medio del mar, por un momento flotas en tranquilidad, mas al darte cuenta de la situación te empiezas a ahogar y ahí decides si te dejas llevar, si te ahogas o si aprendes a nadar.
Pero si yo aun no sé si puedo volar ¿Debería saltar?